El teléfono volvió a sonar cuando ya se dirigía al centro de Madrid.
- Jack, soy Nina, por fin la suerte nos sonríe. Al parecer uno de los ladrones ha enfermado y ha tenido que ir al Centro de Salud. Está muy cerca, pero creo que es mejor interrogarle a él primero.
- Está bien, aunque el tráfico no es muy denso, tal vez tarde todavía unos 30 minutos en llegar. Para cuando llegue se habrá ido.
- Ja ja ja ja ja. Qué bueno, Jack. En 30 minutos se habrá ido... ja ja ja ja.
- ¿Qué? ¿De qué te ríes?
Jack tardó 2o minutos en llegar al Centro de Salud, y un operativo de la GUÁ le esperaba en la puerta.
- Jack, el ladrón todavía no ha llegado, a la ambulancia le ha pillado un atasco. Pero tienes que hablar con el médico que le va a atender, para que trames un plan. Si el ladrón se huele lo más mínimo, lo más probable es que se largue.
Jack entró en el Centro de Salud y vio una situación dantesca. No era como los Centros de Salud que narraba esa gran pluma de nuestros tiempos que es Dan Brown, en su La fortaleza digital, pero en lugar de parecer un campamento de guerra, con camillas en los pasillos, lo que había era una "clientela" de lo más pintoresco. Jack se dirigió a la consulta del Dr. Talmu, el médico que estaba de guardia y que atendería al ladrón cuando llegase. En la sala de espera, había cerca de quince personas, la mayoría ancianas. Jack hizo giro de entrar a la consulta, pero rápidamente se le interpuso en su camino una señora de unos 50 años en una actitud que le recordaba a un rottweiler.
- ¿Adónde vas, rubito? ¿Qué número tienes?
- No, usted no lo entiende, señora, soy un agente federal de...
- Sí, sí, lo que tú digas, pues te esperes a que termine de ver todos los números.
- No, verá, le digo que...
- ¡Niñaaaaaa, que se quiere colá el tío malaje!
Jack pensó en ese momento cuál sería la dolencia que llevaba a Urgencias a aquella señora, que podía mantener esa actitud tan agresiva. Antes de que se pudiera dar cuenta, tenía un ejército de señoras de mediana edad protegiendo con su integridad la puerta del buen doctor.
- Señoras, me he enfrentado a comandos terroristas, a células islámicas, y a grupos...
- Mira, rubito. Te habrás podido enfrentar a Satán en persona, pero nunca te has enfrentado a un enfurecido ejército de cartillosas de la Seguridad Social, así que más vale que te esperes a que nos vea el dortó, que yo sin mi Dolotí no salgo de aquí.
El tiempo corría...
(continuará...)
1 comentario:
Yo las he visto, van en manadas a los cnetros de salud cuando estan aburridas.........y cuando salen viene a la papeleria a contarme lo malo k es el doctor.............Jack deberia destriparlas a todas y mandarmelas en cajitas envueltas en papel burbuja.............
and may the pichurrina be with you!
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