24 septiembre 2007

ELIGE TU AVENTURA: AIRBAG GREEN LANTERN (PARTE II)

Una cara conocida apareció por las escaleras: Amplia frente, color rosado de piel y un bigote peculiar.
- ¡Sinestro! – exclamó Hal.
- Bueno, bueno, bueno. Vamos a quedarnos todos quietos o aquí van a haber hondonadas de hostias.
- Mire usted –añadió Batman en ese momento—, yo soy un cliente VIP y, como tal, exijo que…
- Usted no está ahora mismo en condiciones de exigir nada señor Wayne. De hecho, su situación es bastante prometida.
- Mmmmm…
Las palabras dieron paso a las acciones. Ollie, Hal y Roy se echaron al suelo como si hubieran visto alguna señal y una explosión dio lugar a una nube de humo. Después, una cadena de golpes sordos y cristales rotos. Cuando se pudo despejar la humareda, Sinestro estaba en pie, pero la docena de secuaces estaban inconscientes, desarmados y en el suelo. La ventana daba muestras de la vía de escape de sus rivales. El imitador de Robin seguía dentro de la habitación, atado y amordazado.
- ¿Y a bí guién be juerta?
Sinestro no pareció escucharle. Seguía andando muy lentamente hacia la ventana con un aire de admiración.
- ¡Qué profesional!

Los cuatro héroes seguían corriendo a toda velocidad hacia el Arrowmóvil, pero los secuaces de Siniestro ya lo tenían rodeado y esperaban. Entre los cuatro podrían acabar con ellos en unos minutos, pero todos coincidieron en que si querían recuperar el anillo de Hal, tendrían que seguir buscando lo antes posible. Todo el tiempo que perdieran, lo emplearía Villambrosa en sacarles ventaja. Antes de que pudieran tomar la siguiente decisión, un vehículo imponente con alerones que hacían recordar a la figura de un murciélago apareció ante los cuatro. Roy y Ollie no podían dejar de reír. Rápidamente entraron en el vehículo y se pusieron en camino.
- ¿Desde cuándo tiene el Batmóvil 5 plazas? –dijo Hal intentando cortar la tensión del momento.
- Como esos dos no se callen, se bajan de aquí ahora mismo—contestó Bats molesto con la continua risa nerviosa de Green y Red Arrow.
- Perdona, Bats pero es que… jajajaja…. me preguntaba si… jajaja… tal vez tú te habrías… je … ¡encontrado otro anillo en el culo de ese chaval! ¡Juaaaaaajajajaja!
El Batmóvil frenó en seco.
- Bueno, ya está. Se acabó. Esos dos fuera. Ahora.
- Déjales, Bats, si están borrachos, es por la despedida de Ollie. Tomamos unas copas de más y…
- ¡Sí, a él le dio por perder su anillo de poder en el culo de una fulana y a ti de hacerle a ese chico lo que Tim no te deja! ¡Aaaaaahjajajajajaja! –Roy le seguía a Ollie las bromas.
- ¡Fuera! ¡Ahora!
- Pero Bats… ¡¿cómo vamos a movernos?! ¡No tenemos coche! ¡Tenemos que encontrar mi anillo!—Hal intentaba convencer al caballero oscuro con todo lo que tenía.
- Ya sabes, Bats –añadió Ollie intentando recuperar la compostura—. Ese anillo que tiene Hal, uno minús… ¡culo! ¡Buaaaaghahahaha!

Quince minutos después, Roy y Ollie pudieron dejar de reírse por fin. Hal se levantó de la calzada. Se aproximaba un coche.
- ¡Venga, chicos! ¡Tenemos que conseguir que este pare! ¡Al menos para que nos lleve hasta el siguiente prostíbulo! Creo que está a diez minutos de aquí. La ballena azul, creo que se llama.
- Ay, por Dios, qué risa más tonta. Oye, ¿crees que Bruce estaba enfadado de verdad o es que tendría que irse a otro sitio?
- No sé, Roy, vete a saber. Mira, parece que para.
Cuando el coche paró y vieron al conductor, las bromas pararon por un momento. Se trataba del padre Custer, el cura que iba a casar a Ollie y a Dinah.
- Hola, hijos, ¿Oliverio? ¿Adónde vas, hijo mío? Acabo de estar con Dinah repasando las lecturas del enlace y…
- Verá, padre. A ver cómo se lo explico—dijo Ollie tomando una bocanada de aire—. Aquí, mis amigos, estaban intentando corromperme llevándome a sitios de estos de chicas desnudas y demás y resulta que…
- ¿Os vais de putas? ¡Aivalahostia! ¡Me apunto! ¿Cuál toca ahora?
Los tres héroes se miraron extrañados y, sin soltar una palabra más, se montaron en el vehículo. Aprovechando la buena disposición del sacerdote, se dirigieron a La Ballena azul, siguiente prostíbulo de la lista y en el que esperaban por fin encontrar a Villambrosa. Aquel tugurio tenía mucho menos clase que el anterior, pero según les habían chivado en el anterior local, también era de los que regentaba el ladrón del anillo de Hal. Aparcaron en la puerta y se metieron en el local: Luces baratas de colores, una barra semidesierta, a excepción de algún camionero borracho sin escrúpulo; y unas chicas con sobrepeso y no demasiado agraciadas.
- Usted disculpe, señora puta—decía el Padre Custer acercándose a una de las chicas—pero me preguntaba si podría explicarme en privado en qué consiste exactamente su trabajo…
- Vaya con el pater, Ollie—dijo Roy.
- Sí, es familia de Dinah, al parecer… lejana.
- Bueno, ¿a quién le pregunt…?
Antes de que Hal pudiera terminar la frase, el camarero había salido de la barra para hablar con los tres amigos. Llevaba una botella de un buen whisky en su mano.
- Por favor, señores. A la primera invita la casa. Siéntense ahí, que ahora mismo llamo a mis mejores chicas…
- No hace falta, es que…
- ¡Nada, nada! Ahora mismo se toman esta copita y después ya hablamos.
Los tres amigos se sentaron a beber, resignados, mientras de la cortina que daba acceso a las habitaciones aparecía por segunda vez en una hora, una figura conocida, que se despedía de una chica.
- Gracias por todo, guapa. Toma, esto de propina para que te compres ese LP3 que querías…
¬- ¿Cómo coño te ha dado tiempo a adelantarte a nosotros y a tirarte a esa chica? –preguntó Ollie empezando a sentir los efectos del alcohol.
Sinestro se sentó con ellos a la mesa.
- En primer lugar, no lo sé. Pero el hecho es que yo estoy aquí y vosotros también, por lo cual no hace falta buscarle dos pies al gato. Y en segundo lugar, yo soy rápido en la cama. Sufro de incaustación precoz... desde chiquitito. Pero dejémonos de unos, dos y tres y vayamos a lo que nos atiñe: La chica del Big Club me ha dicho que aquí el caballero ha perdido algo que le pertenece, pero el señor Villambrosa parece no estar de acuerdo con dicha refirmación. El caso es que tenemos dos opciones: En primer lugar podemos lanzarnos a luchar, cosa que no os recomiendo, puesto que tengo un anillo de poder y vosotros lo más que podéis hacer es darme un puñetazo. En segundo lugar podríamos intentar llegar a un acuerdo, y vosotros cogéis de nuevo la carretera de circuncisión por la que habéis venido y yo llamo a Villambrosa para decirle que puede irse tranquilo al Supermercado del Sexo, que no vais a ir a molestarle.
- ¿Habéis oído? –dijo Hal—El supermercado del sexo, allí se dirige.
- Eres bueno, Jordan. Eres muy profesional. Pero te recomiendo que cojas la segunda opción porque con la primera te puede salir el tiro por el gatillo, y puedes acabar peor de lo que estás ahora. ¿Qué vas a hacer Jordan?
- Joder, chicos—dijo una voz incorporándose a la mesa—, esa chica me ha drenado hasta la última gota de fe que me quedaba…


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